martes, 7 de abril de 2015

~Dimensional Heroes~ Capítulo 11: Los bandidos

El pueblo no es muy grande. Paseo por las calles, mirando monumentos y edificios, parándome de vez en cuando en los escaparates de algunas tiendas de armas. Lo que me extraña es que todo el mundo me mira de forma extraña. Cuando me quedo mirando un segundo una espada muy chula en una tienda de la plaza, veo a un grupo de unas seis personas, mirándome con los ojos como platos. Extrañado, sigo caminando, pero cuando menos me lo espero, noto un pinchazo en el tobillo. Bajo la mirada y veo un virote clavado en el pié, que, además, debía tener algo raro, porque empiezo a desfallecer. Veo a los chicos de antes venir hacia mí con ballestas en alto.

-¡Lo tenemos! ¡Tenemos al Héroe!
-¿Qué? -digo entre jadeos- ¡Yo no soy...! -Veo venir algo parecido a una cuerda que me envuelve y me desmayo por fin.

Cuando despierto, estoy en una celda de piedra, de barrotes eléctricos y sin ventanas. Estoy envuelto en una cuerda metálica y dorada. Miro a mi alrededor, pero no veo nada. Tampoco puedo entrar en sigilo para deshacerme de las cuerdas, por más que lo intente, algo lo impide. En unos minutos, veo a un hombre desactivar los barrotes.

-¿Vas a venir tú solo o tengo que arrastrarte? -me dice con voz grave.

Le respondo levantándome aún rodeado de cuerdas. Me guía por unos túneles de lo que parece ser una guarida. Me cuesta andar con la herida del tobillo, pero lo sigo hasta un palco decorado de forma terrorífica: Hay ruedas que giran como sierras eléctricas unidas en un mecanismo que hace girar dos a la vez, de forma que se meten por el suelo, salen por el otro lado y vienen por arriba para volver a meterse en el suelo y repetir el proceso. En el centro del palco hay un hombre vestido con una armadura de cuero, portando unas ballestas en los cinturones. Delante de él, hay una cámara de holovisión manejada por otro joven.
-¡Perfecto! -dice el hombre- Ya estás aquí. Koch, prepare para entrar en directo -se acerca a mí y me tira al suelo delante de la cámara.
-Entramos en directo en 5 -el cámara empieza una cuenta atrás y yo sigo sin enterarme de lo que sucede-, 4, 3, 2, 1...
- Hola, DM - empieza a hablarle a la cámara el hombre-. Soy el jefe y representante de los bandidos de Lonn. Tenemos al gran héroe Xabi, y, para que veáis que no tenéis nada que hacer contra nosotros, vamos a matarlo en directo -este tío es imbécil.
-Te repito que no soy él - digo.
-Mientes para salvarte.
-Él no se dejaría capturar así. Además, tiene el pelo más largo que el mio.
-...
-Jefe, creo que tiene razón -dice el chico que está detrás de la cámara.
-Bueno, pues entonces... -comienza a decir- Bueno, no creo que tengas utilidad para mí.

Saca una ballesta del cinturón y la pone a unos diez centímetros de mi cabeza, dispuesto a disparar; pero no le dejo. Al instante, me pongo en pié saltando hacia atrás y lo tiro al suelo, hacia donde una de las sierras se balanceaba de arriba a abajo. Él se intenta levantar, pero una de las sierras lo parte en dos y desaparece rápidamente entre destellos. Al instante, el chico de la cámara y el guardia que me trajo, además de mucha más gente que no había visto y que estaba alrededor del palco, sacan sus arcos y ballestas y comienzan a apuntarme. Mientras abren fuego, consigo acercarme a una de las sierras y con un simple corte en las cuerdas metálicas que me mantenían apresado, estas desaparecen de inmediato, en un destello dorado.

Ya libre, me deshago de mu cuerpo como de costumbre y consigo llegar al pasillo, donde rápidamente reviso mi estado: la mayoría de proyectiles han rebotado en la armadura, pero tengo tres  flechas clavadas por las extremidades. Me curo las heridas rápidamente y salgo corriendo por los pasillos. Veo delante mía a dos guardias viniendo hacia mi dirección, uno con una ballesta y otro con una espada. Velozmente vuelvo a desaparecer y le doy un codazo al de la ballesta en el cuello, haciendo que se desmalle. Le robo la ballesta y aprieto el gatillo apuntando al otro guarda; el virote le atraviesa la cabeza haciendo que se desvanezca. Entonces saco las garras y se las clavo al noqueado en el corazón, desvaneciéndose también. Su ballesta desaparece en mis manos con él. Veo un montón de gente siguiéndome a mis espaldas, por lo que sigo corriendo, y cuando veo un panel de seguridad, le doy un golpe y unas puertas electromagnéticas se cierran a mis espaldas, atrapándolos. Sigo avanzando buscando la salida, sin embargo sólo encuentro un almacén.

Hay un montón de armas colgadas de la pared. Sin embargo, me fijo en una vitrina, en la cual se encuentran un par de pulseras anchas y doradas. Si están tan protegidas, será por algo, a si que rompo la vitrina y las cojo. Pienso que tal vez sea compatible con los guantes, de forma que las inserto en las ranuras. El guante derecho resplandece y de alguna manera, se adapta a la forma de las pulseras. Ahora me toca saber para que sirven. Froto la parte del guantalete derecho donde la pulsera dorada, y veo que brilla de forma extraña, pero el brillo se apaga. Decido hacer lo mismo, y luego hacer fuerza con las muñecas, pero lo único que consigo es que las cuchillas salgan disparadas desde la parte posterior. Como último intento, vuelvo a pasar la mano por la banda dorada y sacudo la mano con fuerza: La pulsera suelta un brillo y una cuerda metálica y dorada, con extremos puntiagudos parecidos a pinzas, sale disparada y se estrella contra la pared. Entonces lo recuerdo, esto es lo que usaron contra mí para atraparme. Tal vez tengan otro uso...

Salgo de la habitación y busco una forma de escapar; veo una ventana muy a lo alto, que me dice que estamos en el subsuelo, aunque se ve una abertura por la que escapar a través de la cristalera. Intento sacar una de las cuerdas metálicas, pero aunque consigo engancharla, no se sujeta. Necesito que se claven en el techo. Y entonces ocurre, es una de esas cosas que no entiendes como sucede, pero apretando las partes y ranuras del guante, una capa del metal del guante se sobrepone sobre la pulsera; además, el saliente de las garras se amplían y salen unos pequeños tubos pegados al guantalete de unos dos centímetros. Vuelvo a tocar por todas partes y descubro que se acciona apretando el dorso de la mano, ya que según lo pulso, cuatro cuerdas salen disparadas a través de los tubitos, clavándose en las paredes. Pruebo a volver a pulsar, y, para mi sorpresa, las cuerdas me arrastran hacia la pared donde aún estaban clavadas. Me doy un buen golpe, ya que no estaba preparado. Unos segundos después, las cadenas desaparecen automáticamente, además de desaparecer las cuerdas en unos brillos dorados.

Esto es interesante. Por si acaso, me alejo de la ventana y disparo a distancia  mis garras derechas, haciendo que el cristal estalle en pedazos, dejándome libre de posibles rasguños. Detecto por el sonido metálico que los bandidos han conseguido abrir las puertas (tengo bastante buen oído, por cierto), de forma que no dudo ni un segundo; repito el proceso y engancho las cuerdas en el techo de roca, para que después me arrastren hasta su posición. Me descuelgo y aterrizo en el techo de la guarida de los bandidos. Localizo en la pared rocosa una abertura, de forma que me arrastro por el hueco y salgo en un risco de una montaña. Me caigo al suelo desde los tres metros de donde estaba el hueco.

-Bien hecho ahí dentro -Me dice una voz a mi espalda. Me giro y veo a mi antepasado.
-Ah, hola. ¿Me has visto?
-Claro. Has tardado bastante poco en darte cuenta de como funcionaban las cadenas áureas.
-¿El qué? Oh, esto. Sí. Por cierto, creía que me habías explicado todo sobre mi equipo.
-¿Todo? Qué va.
-Pues me vendría bien que me lo explicaras -digo, con tono sarcástico.
-No, hay muchas cosas que debes aprender por ti mismo; pero en fin, creo que algo más te puedo enseñar. Vamos a ver; te voy a explicar cómo sacarle el máximo partido a tus guantes. Creo que no te has fijado en que el disco del dorso de tu guantalete derecho no solo se puede pulsar, si no que también se puede girar -ni siquiera me había dado cuenta de que era un disco-. Prueba a girarlo.

Lo hago, y para mi sorpresa, se encienden luces rojas por todo el guante, sobre todo en el disco. Lo sigo girando y la luz se vuelve morada. Lo giro un poco más, y la luz se vuelve azul verdoso.

-Antes de que hagas preguntas -me dice-, recuerda lo siguiente: La luz roja te dará fuerza física en los brazos; la morada, telequinesis, y la azul... bueno, es complicado. Ya lo verás. Por supuesto, los dos últimos serán muy difíciles de dominar. No te digo más. Venga, a practicar.
-¡Espera!

Pero ya es tarde: desparece en una explosión de humo negro.

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