lunes, 21 de septiembre de 2015

~Dimensional Heroes~ Capítulo 17: Dura travesía

Al final Leah ha venido conmigo. Hemos tenido que buscar a fondo en las bibliotecas públicas hasta encontrar la dirección de la casa de Xabi, hasta que al final la hemos encontrado, y no está cerca que digamos. Hemos salido de la ciudad por la puerta del este y avanzamos por un camino de gravilla, siguiendo el mapa de mi consola. Me fijo en que en esta dimensión hace menos calor que en la otra. Además, está nublado. Lo único que veo enfrente mía es la llanura, además de el camino, que avanza hasta el horizonte.
-¿No hay alguna manera por la que podamos llegar antes? -me pregunta Leah.
-No, parece que no. Antes él solía venir a decirme cosas, pero parece que se ha cansado de acosarme.
-Vaya... Por curiosidad, ¿cómo es?
-Como yo, pero con el pelo un poco más largo.
-Ah, tiene lógica. ¿También es del elemento oscuro?
-Si -después de contestarle me doy cuenta de algo-. Espera, ¿Tú de que elemento eres?
-¿Yo? No me especializo en ninguno en específico, aunque elegí Tierra en la elección.
- ¿Los torneos para entrar en la DM en tu planeta son iguales que en el mío?
-Depende. ¿En Xenon haceis torneos en los cuales entraban aquí los dos finalistas? -me contesta.
-Sip. ¿Lo ganaste?
-No, quedé segunda.
-Yo sí.
-¿En serio?
-Sí. Y por culpa de eso mi ancestro y una amiga me obligaron a hacerme un tatuaje.
-¿En serio? ¿Puedo verlo?
-No. Por cierto, ¿conoces a quién te ganó? Yo ya me he encontrado con el chico al que gané. Era el tío de
la guarida de hace tres días.
-Parecía fuerte.
-Lo es. Si no fuera por mi gen me habría ganado.
-¿Que hace tu gen?
-Mejoro en combate cuanto más daño recibo, y según estoy viendo últimamente, también mejoro segúnvoy haciendo daño.
-¿De verdad? Eso es bastante útil, ¿no?
-Si, la verdad. Además, no se si tiene algo que ver, pero puedo resistir con heridas mortales. Rick me clavó su hacha con fuerza en la espalda, y aún así seguí adelante y gané. ¿El tuyo?
-Simple puntería, supongo. El que me ganó en mi torneo se llama Vethor. Era del elemento Aire y era capaz de usar electricidad. Además tenía un espadón enorme.
-Un segundo... ¿Tenía el pelo verde y las orejas puntiagudas? -pregunto.
-Sí, como yo y todos los de mi planeta.
-Espera un segundo -saco mi consola y reviso mi registro de combates. Bajo hasta el primer combate y veo el nombre de mi contrincante: Vethor-. Me he enfrentado a él.
-¿Ah, sí? ¿Como te fue?
-Gané.
-Ah.

Seguimos caminando siguiendo las coordenadas desde el mapa de la consola. El camino es una zanja de tierra sosa rodeada de la hierba de los prados. Al fondo, unos bosques con árboles altos y hermosos; al fondo del camino, unas montañas. Sin embargo, en un claro detrás de los árboles, hay una grieta enorme en la hierba. No se ve el fondo, ni parece poder rodearse. Mide como 10 metros de ancho.

-¿Qué hacemos? -dice Leah. Yo doy unos pasos hacia atrás y miro al frente. Pongo la transformación azul de las botas y salgo corriendo. Al llegar al borde, doy un salto y entro el sigilo para coger impulso. Consigo aterrizar justo en el borde opuesto de la grieta, pero me desequilibro y caigo al vacío.

Consigo sacar las garras de los guantaletes y engancharme a la pared; intento no mirar abajo y lanzo las cadenas cerca del borde, las cuales me impulsan hacia arriba hasta poder agarrar el borde y subir.

Me giro y miro a Leah, mientras pienso cómo traerla. Veo que me hace un gesto con la mano, como señalándome, aunque no veo bien. Me giro para ver si estaba algo a mi espalda; tengo el tiempo justo para intentar bloquear el hachazo que se me viene encima, que además casi me tira al vacío otra vez. Doy un pequeño salto lateral para ponerme a salvo. El guantalete bloqueó la mayor parte del golpe, pero aún así no soy capaz de sostener la espada con la mano derecha. Cómo no, delante mía está Rick con unos cuantos hombres con pinta de mercenarios.

-¿Otra vez? ¿No me puedes dejar en paz? -le digo.
-Cállate, no estoy aquí por gusto. Seguramente no te hallas dado cuenta, pero te has metido en líos.
-¿Qué clase de líos?
-Pues primero los bandidos  se han cabreado contigo. Según ellos, te cargaste a la mitad de ellos y los saqueaste.
-Técnicamente fue culpa de ellos, yo no les pedí que me secuestraran.
-¡Da igual!  Y luego, parece que te han echado a ti las culpas de la destrucción de la base del este.
-¿De la qué?
-La última vez que os vimos.
-Eso es absurdo. De hecho, casi fue más culpa tuya que mía.
-Eso díselo a los guardias de seguridad que te vieron entrar por las cámaras minutos antes de que todo explotara.
-Claro, me ven a mi y no al gusano metálico gigante, ¿no?
-Deja de quejarte, he venido a hacerte un favor.
-Si, ya lo he notado cuando hace un minuto intentaste rebanarme el cuello con tu hacha tocha.
-A ver, escúchame. Te has hecho enemigos muy poderosos y ahora ofrecen recompensa a quien sea que te mate.
-No le veo el sentido -digo-, aunque me mates tú o otros mercenarios, reapareceré igual.
-Por lo que he oído, quieren que tu derrota quede en tu historial de liga para poder usarlo de publicidad. Me han contado que probablemente engañen a la gente diciendo que han matado al héroe del que desciendes o algo así. Yo no estoy con ellos.
-Entonces... ¿no vas a atacarme?
-¿Qué? No, no he dicho eso. A ver, entiéndeme, no te odio, pero no me gusta que me venzan. Entonces se me ha ocurrido una cosa. Yo te venzo a ti y tu derrota aparecerá en tu historial. La gente que espiaba, (dela cual no puedo hablarte) creerá que lo ha hecho un mercenario suyo, y entonces yo lo desmentiré, me llevaré todo el mérito y mi venganza, mientras que la creedibilidad de "ellos" se verá afectada. Todos salimos ganando.
-Excepto yo. No quiero perder puntos ni mi racha perfecta.
-Algún día tendrás que morir, digo yo.
-A ver, veo que de aquí no te vas a ir sin luchar. Hacemos una cosa, ¿vale? Si tú ganas, te sales con la tuya. Si yo gano, me dejas en paz, ¿vale?
-Mmm, venga, acepto -me dice tendiéndome la mano. La acepto.
-Que conste que si pierdo es porque me has roto la mano derecha.
-¿Ya estás buscando excusas? ¡Si te la puedes curar!
-No es tan fácil...
-¿Ah, no?
-Es la mano que uso para curarme...
-¡EH! -escucho gritar a Leah desde el otro lado-. Si habéis acabado de charlar, ¿me podéis sacar de aquí?
-Aún no -le grito- pero te puedes cargar con el arco a los mercenarios si quieres -digo mientras cambio las ranuras del guantalete del derecho al izquierdo.

Agarro firmemente a Masamune con la izquierda sin desenfundarla, mientras él se pone en posición y flechas verdes pasan silbando impactando en mercenarios que huyen despavoridos.

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